Cuando nos acercamos a la historia de Roma, por norma general descubrimos una época de esplendor, en la que los emperadores conseguían conquistar territorios, y las grandes batallas suponían un triunfo para las legiones romanas.
Cartago, Numancia, las guerras cántabras, o las galias entre otras, han quedado para la posteridad como un modelo de lo que significó la expansión de Roma.
Pero esta época de esplendor también contó con derrotas. Generalmente suponían un cese temporal en su constante expansión, pero posteriormente estas campañas volvían a reanudarse hasta la conquista final de los territorios.
Pero si hay un punto de inflexión determinante en este periodo de expansión que influiría notablemente en el devenir de Roma, este es sin duda la Batalla que aconteció en los bosques de Teutoburgo, en tierras de Germania.
Nos encontramos en el año 9 DC, un momento en el que las galias, hispania, el mediterráneo, judea, norte de áfrica, y un amplio terriotoro de la Europa central forman parte del imperio romano, el cual comienza a planificar la conquista de las tierras germánicas.
Para que la integración tuviera lugar de manera natural, Roma siempre evitó el enfrentamiento armado, haciendo partícipes de este proceso de expansión a líderes de tribus germanas a muy temprana edad.
De entre ellos es necesario nombrar a Arminio, un príncipe de la tribu germana de los queruscos.
Arminio nació en el año 18 aC en Germania y a muy temprana edad recibió una educación en Roma, aprendiendo a hablar en latín, y familiarizándose con la cultura y las costumbres romanas.
En el episodio de hoy de Cultura Fascinante vamos a hablar de un importante acontecimiento que sirve para entender el futuro de Roma y su expansión como imperio.
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