
Viaje al Patrimonio · El Mont Saint Michel
Todo lugar emblemático guarda tras de si una leyenda, historia o relato con el propósito de explicar el por qué de su existencia.
El Mont Saint-Michel, uno de los monumentos más visitados en Francia, no podía ser de menos, y su leyenda nos relata que en el año 708, un ermitaño llamado Aubert que habitaba en una colina conocida como el Monte Tumba tuvo un sueño recurrente en el que el arcángel San Miguel le ordenaba construir un santuario en la cima del monte, similar al que él tenía en el Monte Gargano, un promontorio situado en Apulia, al sur de Italia.
Aubert, convencido de la divina visión, decidió construir un santuario circular dedicado al arcángel con toscas piedras, en el mismo lugar donde antes había un monumento pagano, muy probablemente un megalito.
Con el propósito de que este espacio sagrado contara con algunas de las reliquias del arcángel que se guardaban en el santuario de Gargano, Aubert envió a dos compañeros en una misión al lugar.
Durante su ausencia, una tormenta intensa destruyó el bosque que rodeaba la base del Monte Tumba, convirtiendo su santuario en una isla. Al regreso de los compañeros de Aubert, estos encontraron un escenario diferente al que conocían, comenzando desde ese momento a ser considerado un lugar de peregrinación de gran relevancia en Europa.
Hoy en día, este monte es visitado por 2,5 millones de turistas procedentes de todo el mundo, y es probablemente, después de la ciudad de Paris el destino más visitado en Francia.
Hoy viajamos al Mont Saint-Michel, un monumento impresionante ubicado sobre un isla solitaria, casi mágica, en medio de una vasta extensión de arenales formados por la desembocadura del Cuesnon, un pequeño río que solía marcar la frontera entre Bretaña y Normandía.
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