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¿Cómo se construyeron las catedrales góticas?

¿Cómo se construyeron las catedrales góticas?

¿Cómo se construyeron
las catedrales góticas?

Las catedrales góticas son los monumentos más transcendentales de la historia de la cristiandad. Han alargado su propio tiempo hasta nuestros días, cautivando y fascinando a la humanidad.

Su apariencia mística nos llena de admiración, produciéndonos la sensación de encontrarnos ante una obra más divina que humana.

Su construcción, requería de muchos años de costosos esfuerzos; necesitándose ingentes cantidades de piedra, y centenares de árboles.

Con el maestro de obra al frente como director de orquesta, lograron dar vida a la mejor sinfonía y color que las llena de embrujo y fascinación. 

Los diarios de obra y la documentación que conservamos, nos hablan de un proceso en el que participaban muchas personas, la mayoría de ellas con conocimientos, y que percibían una retribución por su trabajo. Albañiles, arquitectos, carpinteros forjadores, e incluso mujeres, aunaron su esfuerzo y conocimiento con un propósito de superación y fe inquebrantable. 

La Europa medieval fue testigo durante aproximadamente cuatro siglos, del levantamiento de estos edificios principalmente en países como Francia, Italia, Alemania, España, Portugal o Gran Bretaña. 

En el episodio de hoy de nuestro podcast vamos a descubrir cómo era el proceso de construcción de estos monumentos. 

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Viaje al Patrimonio: MONT SAINT-MICHEL

Viaje al Patrimonio. El Mont Saint Michel

Viaje al Patrimonio · El Mont Saint Michel

Todo lugar emblemático guarda tras de si una leyenda, historia o relato con el propósito de explicar el por qué de su existencia.

El Mont Saint-Michel, uno de los monumentos más visitados en Francia, no podía ser de menos, y su leyenda nos relata que en el año 708, un ermitaño llamado Aubert que habitaba en una colina conocida como el Monte Tumba tuvo un sueño recurrente en el que el arcángel San Miguel le ordenaba construir un santuario en la cima del monte, similar al que él tenía en el Monte Gargano, un promontorio situado en Apulia, al sur de Italia.

Aubert, convencido de la divina visión, decidió construir un santuario circular dedicado al arcángel con toscas piedras, en el mismo lugar donde antes había un monumento pagano, muy probablemente un megalito. 

Con el propósito de que este espacio sagrado contara con algunas de las reliquias del arcángel que se guardaban en el santuario de Gargano, Aubert envió a dos compañeros en una misión al lugar.

Durante su ausencia, una tormenta intensa destruyó el bosque que rodeaba la base del Monte Tumba, convirtiendo su santuario en una isla. Al regreso de los compañeros de Aubert, estos encontraron un escenario diferente al que conocían, comenzando desde ese momento a ser considerado un lugar de peregrinación de gran relevancia en Europa. 

Hoy en día, este monte es visitado por 2,5 millones de turistas procedentes de todo el mundo, y es probablemente, después de la ciudad de Paris el destino más visitado en Francia. 

Hoy viajamos al Mont Saint-Michel, un monumento impresionante ubicado sobre un isla solitaria, casi mágica, en medio de una vasta extensión de arenales formados por la desembocadura del Cuesnon, un pequeño río que solía marcar la frontera entre Bretaña y Normandía.

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La Cruzada de los niños y los pobres

La Cruzada de los niños

La Cruzada de los Niños y los Pobres

Hace unos años, antes de que comenzara el conflicto bélico en Siria tuve la ocasión de conocerla.

Este país me fascinó, sobre todo por no estar masificado, y por lo auténtico de su cultura.

Uno de lugares que tuve la oportunidad de visitar fue el castillo del Crac de los Caballeros, al norte del país, una imponente fortaleza que sirvió de hogar para la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén.

La visita a este lugar despertó en mí la curiosidad por la historia de las cruzadas, y desde aquel momento todo lo que caía entre mis manos referente a este periodo de nuestra historia lo leía con gran interés.

No cabe duda de que la primera de estas cruzadas, encabezada por líderes militares como Godofredo de Bouillón o Balduino I, es la más reconocida popularmente, y de la que se han escrito libros y realizado grandes películas.

Otras, como la tercera cruzada de Ricardo Corazón León también han trascendido, dada la popularidad del monarca inglés, o la Segunda Cruzada en la que Saladino emerge como vencedor.

Dado mi interés por este periodo de tiempo, y buscando algún libro que versara sobre esta temática encontré en una librería de mi ciudad un ensayo sobre las cruzadas titulado “Las Guerras de Dios” del escritor inglés Cristofer Tyerman. Un volumen considerable de más de 1000 páginas dedicadas al estudio de todas las cruzadas. Desde las más conocidas, hasta las desconocidas.

Y de estas últimas en cuestión, me llamó la atención la Cruzada Infantil del año 1212.

Para entender este sorprendente acontecimiento hay que remontarse a un momento en concreto posterior a la cuarta cruzada.

El papa Inocencio III proclama nuevamente la necesidad de recuperar Tierra Santa, comenzando de esta manera un movimiento desde el norte de Francia, los países bajos y la comarca de Renania, una región alemana a orillas del Rin.

Este movimiento popular se componía principalmente de campesinos, niños, jóvenes, mujeres solteras, o incluso viudas, alejados todos ellos de buenas posiciones sociales, y alentados por la necesidad de encontrar un lugar en comuna con el que se sintieran identificados. Esto unido al recelo suscitado por ellos mismos hacia los cabecillas de las jerarquías sociales, y su incapacidad de expulsar definitivamente al invasor musulmán de la Península Ibérica o de Palestina.

El destino de este movimiento era Piacenza, en Italia, y si pudiéramos presenciar este peregrinaje lo identificaríamos al instante con una procesión que cumplía con el propósito de expedición.

No existen muchos documentos que nos permitan identificar una ruta real por la que esta gran muchedumbre transitara, pero parece ser que las localidades como Colina, Metz, o Espira presenciaron este movimiento, del que conocemos a algunos cabecillas como Esteban de Cloyes, un pastor francés que congregó en junio de 1212 a un grupo de penitentes formado por niños y niñas, jóvenes y ancianos hasta San Denis, cerca de París, exhibiendo cruces y banderas y adornos propios de una liturgia mientras cantaban ¡Dios Y Señor nuestro, venga a nosotros la Vera Cruz!

Por otro lado, en abril de este mismo año, se congregan en Colonia otro nutrido grupo de participantes al mando de un cabecilla llamado Nicolás, un joven de la campiña cercana a esta localidad, con el objetivo claro de aliviar la situación que se vivía en Tierra Santa y con la esperanza de encontrar la redención de los inocentes, los puros y los humildes.

No contamos con datos o textos que nos ayuden a conocer el destino final de este gran movimiento, pero es muy probable que terminara diluyéndose ante la falta de un liderazgo claro.

Parece ser que algunos de estos penitentes alcanzaron el Mediterráneo, mientras que la mayoría de los grupos procedentes de Alemania se dispersaron una vez alcanzaron Italia, otros regresaron a sus hogares, y otros vendidos como esclavos.

Esta llamada Cruzada Infantil nos revela que el poder eclesiástico del siglo XIII en Europa era tremendamente eficaz, siendo capaz de movilizar a una parte de la sociedad medieval centroeuropea, integrada por campesinos, jóvenes, niños o viudas, con el ideal de la propia redención y la defensa de los santos lugares, en detrimento de los ejércitos comandados por miembros de la alta sociedad europea, que fracasaron en su intento de recuperar los santos lugares de Palestina o expulsar al invasor musulmán que ocupaba la península ibérica.

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Bibliografía recomendada
Las Guerras de Dios

Las Guerras de Dios · Una Nueva Historia de las Cruzadas
Christopher Tyerman

¿Cómo era la vida en un monasterio medieval?

Portada Cómo era la vida en un monasterio medieval

¿Cómo era la vida
en un monasterio medieval?

Nos encontramos en el siglo IV dC,  en un momento en el que la religión cristiana comenzaba a expandirse por Europa, y que aparecen las primeras congregaciones de creyentes con el propósito de vivir juntos en comunidades separadas del mundo exterior.

Benito de Nursia fue el principal impulsor de esta práctica que se extendería por Europa durante los siglos posteriores; y de la que surgiría la orden benedictina, la cual se dividiría posteriormente en la cisterciense y cluniaciense.

Estas congregaciones de creyentes  tuvieron lugar en los monasterios,  espacios autónomos que funcionaban como pequeñas ciudades autosuficientes, y en los que la iglesia monástica era el centro de la vida religiosa. Allí se administraba la Palabra de Dios y se presentaban imágenes para educar e inspirar a los creyentes.

La necesidad de acoger a un gran número de monjes, monjas, conversos y conversas, así como los administradores del monasterio, cuidadores de animales, ganaderos o artesanos, provocó que estos edificios no fueran precisamente pequeños ni discretos.

Los monjes que habitaban en estos monasterios, dedicaban sus jornadas diarias principalmente a la oración, siguiendo una regla estricta en su forma de vida, lo que les distinguía del clero secular, que vivía en el mundo exterior.

En el episodio de hoy de nuestro podcast vamos a conocer cómo era la vida en un monasterio medieval, cuáles eran las prácticas habituales de los que allí se congregaban, así como sus normas, preceptos y obligaciones.

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